La razón del declive del fútbol brasileño
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Carlos Henrique Raposo (nacido el 2 de abril de 1963), conocido como Carlos Kaiser, es un estafador y ex futbolista brasileño que jugó como delantero[cita requerida]. Aunque sus habilidades estaban muy lejos del nivel profesional, consiguió fichar por numerosos equipos durante su carrera de una década. Nunca llegó a jugar un partido con regularidad, ya que la ocasión más cercana acabó con una tarjeta roja mientras calentaba, y ocultó su limitada habilidad con lesiones, frecuentes cambios de equipo y otras artimañas[1].
Apodado “Kaiser” por su supuesto parecido con Franz Beckenbauer cuando era joven (aunque su amigo Luiz Maerovitch afirma que el apodo se debe al parecido con una botella de cerveza Kaiser),[2] Carlos Raposo comenzó su carrera juvenil en el Botafogo, y luego pasó al Flamengo. En 1979, impresionó a los ojeadores del Puebla durante una sesión de entrenamiento y fue fichado por el club mexicano, aunque quedó libre meses después sin jugar un solo partido[3].
Otra táctica consistía en entablar amistad con periodistas para que escribieran historias ficticias sobre él. En un artículo periodístico, se decía que se lo había pasado tan bien en el Puebla que incluso le invitaron a nacionalizarse mexicano para jugar en la selección[1]. También utilizaba teléfonos móviles de juguete, caros y poco comunes en aquella época, para crear conversaciones falsas en idiomas extranjeros o rechazar ofertas de traspaso inexistentes para crear una imagen de sí mismo como jugador valioso[4].
El lado oscuro del increíble talento de los futbolistas brasileños
Carlos Henrique Raposo (nacido el 2 de abril de 1963), conocido popularmente como Carlos Kaiser, es un estafador y ex futbolista brasileño que jugó como delantero[cita requerida]. Aunque sus habilidades estaban muy lejos del nivel profesional, consiguió fichar por numerosos equipos durante su carrera de una década. Nunca llegó a jugar un partido con regularidad, ya que la ocasión más cercana acabó con una tarjeta roja mientras calentaba, y ocultó su limitada habilidad con lesiones, frecuentes cambios de equipo y otras artimañas[1].
Apodado “Kaiser” por su supuesto parecido con Franz Beckenbauer cuando era joven (aunque su amigo Luiz Maerovitch afirma que el apodo se debe al parecido con una botella de cerveza Kaiser),[2] Carlos Raposo comenzó su carrera juvenil en el Botafogo, y luego pasó al Flamengo. En 1979, impresionó a los ojeadores del Puebla durante una sesión de entrenamiento y fue fichado por el club mexicano, aunque quedó libre meses después sin jugar un solo partido[3].
Otra táctica consistía en entablar amistad con periodistas para que escribieran historias ficticias sobre él. En un artículo periodístico, se decía que se lo había pasado tan bien en el Puebla que incluso le invitaron a nacionalizarse mexicano para jugar en la selección[1]. También utilizaba teléfonos móviles de juguete, caros y poco comunes en aquella época, para crear conversaciones falsas en idiomas extranjeros o rechazar ofertas de traspaso inexistentes para crear una imagen de sí mismo como jugador valioso[4].
Kaiser: El mejor futbolista que nunca jugó al fútbol Trailer
La estrella brasileña de fútbol Carlos Kaiser lo tenía todo: contratos exclusivos con equipos populares, dinero, fama y mujeres. Al astro del fútbol profesional sólo le faltaba una cosa: saber jugar al fútbol. Posiblemente el mayor estafador de toda la historia del deporte, Kaiser (cuyo nombre de nacimiento era Carlos Henrique Raposo) fue capaz de mantener una carrera de casi dos décadas jugando el menor número posible de partidos y sin marcar nunca un gol.
Hay que reconocer que Kaiser no carecía por completo de habilidad futbolística. Al principio se mostró prometedor en las ligas juveniles, y en 1979 firmó un contrato profesional con el popular club Puebla tras impresionar a los ojeadores, pero pronto le dejaron marchar. Sin embargo, Kaiser había ideado un plan para mantener su carrera. Fingiendo lesiones en los momentos oportunos y aprovechándose de la falta de tecnología, Carlos Kaiser pudo mantener el estilo de vida de un atleta profesional sin tener que demostrar nunca su capacidad atlética.
“Como cualquier otro jugador de fútbol, venía de una familia pobre, pero quería ser grande, tener mucho dinero para poder dar mejores condiciones de vida a mi familia”, admitió Kaiser en una entrevista concedida a Globo en 2011. “Sabía que la mejor manera de conseguirlo era a través del fútbol. Quería ser futbolista sin tener que jugarlo de verdad”.
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Su asombrosa historia aparece en un nuevo y brillante documental del director Louis Myles y los productores irlandeses Dr. Tom Markham y Rob Fullam titulado “Kaiser: The Greatest Footballer Never To Play Football’.
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“Castor de Andrade entra en el vestuario. Cuando se me acerca, le digo: ‘Dios me ha quitado a mis dos padres, pero me ha dado otro padre al que acusaban de sinvergüenza’. Así que perdí la cabeza y fui a por ellos (la multitud).
“Nos indicaron un gimnasio en el que ahora trabajaba en Río. Llegamos y descubrimos que estaba comprometido con dos mujeres diferentes en el gimnasio al mismo tiempo. Fue nuestra primera incursión en el mundo de Kaiser”.